Creo que no diré nada nuevo, si afirmo que la democracia y la libertad de expresión se encuentran hoy en muchos otros lugares de nuestra geografía, y especialmente en Murcia, bajo mínimos, incluso diría que el sistema educativo es el espacio donde está más apaleada, pilar de la democracia que nos hemos dado. Pero este es un síntoma muy preocupante de la ausencia de democracia en los centros educativos, donde ya no se elige democráticamente a la mayoría de los equipos directivos, sino que es nombrada directamente desde la consejería y donde la labor educativa ha perdido protagonismo a favor de una hipertrofiada burocracia, estéril y enmarañada que sólo pone camisas de fuerza a la creatividad y opaca el verdadero objetivo de nuestros políticos regionales: imponer su modelo educativo, el de la gestión privada pero con fondos públicos, como se está haciendo todo, porque ya sabemos que para el neoliberalismo no hay espacio sagrado, todo puede estar sujeto a las reglas del mercado, a la ganancia.
En Murcia el PP quiere convertir a los docentes en su instrumento, fragmentándolos para debilitarlos y evitar la oposición al proyecto de privatización de la educación, pero privatización bajo el modelo antedicho, con dinero público. La despolitización de la comunidad docente y el desprestigio del profesorado constituyen la mejor arma para convertir al profesorado en un ejército de funcionarios afines y temerosos; qué educación más aburrida no?
Cuando hablo de despolitización me refiero al desapego del ciudadano y en este caso de la comunidad educativa, de la vida social, de los asuntos públicos. La consecuencia es el individualismo social y la ruptura de las solidaridades dentro de los centros.
Si creemos que los centros educativos tienen que estar abiertos a la sociedad, si es el espacio privilegiado para formar ciudadanos presentes y futuros, participativos y conscientes de la realidad en la que viven, si desde la escuela se prepara a las mujeres y hombres para ser sujetos activos en la construcción de la sociedad, la convivencia y la democracia del presente y del futuro, su misma organización y funcionamiento han de ser el ejemplo de lo que la democracia debe ser en la calle.
El conflicto abierto entre la comunidad educativa y la consejería por los recortes a la educación, ha puesto a prueba la fortaleza de los valores democráticos en la comunidad educativa, haciendo aflorar el verdadero rostro del estado policial de que nos habla Foucault, que quiere convertir a los agentes educativos en reproductores del poder para que nada cambie. Es preocupante la situación que se ha vivido en muchos institutos, donde se ha sufrido una autentica censura, incluida la advertencia vía circular que el director de personal de la consejería envió a las directivas de los centros, para que impidieran las manifestaciones de protesta en ellos, pero lo más alarmante es la censura autoimpuesta que se viene practicando en la escala de mando como consecuencia del miedo, el vasallaje o incluso la apatía y/o despolitización que va comiendo terreno a la solidaridad y las libertades. En contraposición quiero felicitar a la comunidad educativa reunida en Asamblea para que continúen su lucha en defensa de la educación pública.
En Cehegín, en el Instituto Vega del Argos el director que es al mismo tiempo concejal de educación y cultura del gobierno del PP, obstaculizó a la comunidad educativa su derecho a manifestase libremente, impidiendo que se instalaran las pancartas reivindicativas en la fachada del instituto, lo cual había sido aprobado por el consejo escolar, así mismo intentó dificultar la reunión del profesorado en el centro educativo. Cómo pretender que los centros educativos sean el espacio de los valores si las cúpulas representan los antivalores?
Aunque se ha querido trasladar a la opinión pública que el profesorado se ha movilizado por los recortes salariales, la realidad es que la consejería está aprovechando la coyuntura de crisis para abrir la puerta a todo tipo de recortes en los derechos de trabajadores y en el derecho a la educación; por ejemplo las ratios de las aulas superan los 35 alumnos, con los recortes en personal, en el ejercicio entrante podemos tener ratios que superen los 40 alumnos aula/profesor, además de que muchos docentes irán directamente al paro. También este año se ha reducido drásticamente el presupuesto destinado al mantenimiento de los centros, lo que ha puesto en serias dificultades el pago de los gastos corrientes, no hay para papel, para teléfono o calefacción, los padres de infantil han tenido que realizar aportes para estos gastos. Se pregunta el profesorado donde están las pizarras digitales y los ordenadores del Proyecto Aula XXI y tantas otras cosas. El sector educativo teme también que la consejería elimine la lista de interinos y contrate a este personal a través de las ETT´S, lo que parece ser una propuesta en estudio por parte del gobierno regional. Este es el panorama.
Lo que si sabe hacer el PP es gastar en marketing, ahora en campaña electoral nuestro gobierno municipal se ha puesto a sacarle brillo a todo con mucho boato y luces, nadie diría, con esa hiperactividad repentina preelectoral, que estemos en crisis, ni que nuestro consistorio haya generado un déficit cercano a los 12 millones de euros en costosos proyectos innecesarios y festejos que a alguien beneficiaran; lo que se esconde debajo de la alfombra son los datos que sitúan a Murcia ocupando los primeros puestos en abandono y fracaso escolar, que la tasa de desempleo alcanzada es del 25% muy por encima de la media nacional y que haya un 28´6% de personas viviendo por debajo del umbral de la pobreza y a Cehegín dentro de la comarca del noroeste con la tasa más alta de paro, con más de 6 puntos por encima de Moratalla, 2 de Caravaca, 1,5 de Calasparra, 0,60 de Bullas, 1 de Mula.
Por eso, en este momento de particular entronización de los antivalores como pautas de la “normalidad social”, declaro mi rebeldía contra esta nueva ética del conformismo y la apolitización, es apremiante nuestra adhesión a las resistencias frente a esta ideología triunfante que además de no ser ética es antiestética. Estaremos alerta.
María José Rodríguez.
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