miércoles, 4 de mayo de 2011

Las obras del Coso tienen historia

Podríamos estar contentos de que por fin se inicien las obras de rehabilitación del coso de Cehegín, a pesar de la coincidencia con las elecciones municipales; sin embargo, no es así, por muchas razones.

La historia del coso es larga y está unida de forma inmediata al derrumbe de gran parte del casco antiguo de Cehegín y de forma mediata, al contexto socioeconómico y arquitectura propia del mismo y en particular del puntarrón.

En la década de los setenta, o primeros ochenta, estando el gobierno de la UCD, no recuerdo bien porque era pequeña, el Ayuntamiento de Cehegín derruyó el grupo escolar donde yo había estudiado párvulos y junto a él todas las casas aledañas a “la cuesta la carnicería”, la mayoría estaban habitadas y fueron desalojadas con la oposición de sus ocupantes, la actuación obedecería a razones de seguridad, pues la demolición de las escuelas ponía en peligro las casas adyacentes. El coso se convirtió en el solar informe y desolado que es hoy.

En el año 1986, como consecuencia de un largo invierno de lluvias incesantes se produjo el derrumbe de cientos de casas y la desaparición de más de cien calles y callejones. La arquitectura intrincada y la superposición de unos edificios sobre otros, contribuyó a que los hundimientos de las casas tuvieran un efecto dominó, produciendo tal devastación que nos dejó la imagen de una ciudad después de un bombardeo.

Muchas de estas casas se encontraban largo tiempo deshabitadas, habían sido abandonadas por sus moradores en razón de que la mejora relativa de su situación económica, les permitía trasladarse a zonas del pueblo mejor dotadas, pues el deterioro y la insalubridad generalizados de esta parte, no animaba a nadie a permanecer en ella. La mayoría habían sido abandonadas mucho antes, como consecuencia de la emigración hacia Barcelona y otras partes y unas cuantas aún estaban habitadas por sus propietarios. Estos últimos tuvieron que ser realojados de urgencia con sus familias en los “trenes”, viviendas prefabricadas instaladas en los solares de lo que hoy es el pabellón. Ellos podrían contarnos con detalle lo que pasaron en aquel momento.

Los vecinos que continuaron en sus casas, junto con la administración municipal, tuvieron que hacer frente a semejante hecatombe. Se procedió a desescombrar y apuntalar lo que quedaba en pie, iniciándose así la rehabilitación del casco antiguo de Cehegín mediante actuaciones directas y políticas de incentivo, tarea que más de 30 años después, aún hoy no ha terminado.

El puntaron, Pobre puntaron!, que históricamente fue arrabal de la miseria, sigue siendo hoy el área más deprimida, donde todo o casi todo quedó pendiente.

Sus viejos y nuevos habitantes han resistido rodeados de escombreras, bajo el peligro de casas ruinosas, han realizado el esfuerzo de rehabilitar, en difíciles condiciones de accesibilidad y habitabilidad por amor a su pueblo, contribuyendo a la conservación del casco antiguo, hoy puesto en valor bajo el signo de la especulación inmobiliaria y el turismo.

Como decía, se han iniciado las obras del coso en plena campaña electoral. No sabemos nada porque nada se nos ha dicho, ni consultado, sólo sabemos que el coste asciende a cuatro millones de euros aproximadamente, que el proyecto que se implementará no fue diseñado para este espacio, sino para uno imaginario y que por tanto, no tiene en cuenta el contexto sociohistórico ni las necesidades de sus habitantes. Por su coste, hemos de suponer pues, que se trata de una infraestructura de grandes proporciones, a lo grande, generadora de una flora y fauna autóctona que se autosostiene por la instalación de un ingenio que depurará las aguas residuales, de las casas aledañas, suponemos, para poder cumplir con el requisito medioambiental de sostenibilidad. Así fue como se presentó en el periódico de Cehegín hace ahora unos dos años. También parece, según los trabajadores de las obras, que la hilera de casas en ruinas que parten de la calle Céspedes hacia el coso, la de “la pandaiga”, la de la “chorro”, la de “la Fuensanta” no entran dentro del proyecto, lo que significa que permanecerán así no sabemos hasta cuando. Estas son las cosas que corren de boca en boca.

Todo esto nos genera muchas dudas: sostenible es algo que no requiere de muchos ni sofisticados recursos, que utiliza tecnologías apropiadas y a la medida de los recursos de nuestro pueblo. En estos momentos toca practicar la austeridad: utilicemos los cuatro millones para la rehabilitación integral de toda el área, utilicemos nuestros propios recursos, los seis o siete técnicos entre arquitectos, ingenieros, aparejadores y delineantes del Ayuntamiento de Cehegín, plantemos árboles, asfaltemos calles y pongamos bancos, involucremos a la gente de los barrios con el cuidado de su entorno, haciéndolos partícipes y co-responsables.

No queremos carteles luminosos que nos cieguen, queremos la luz de las farolas de bajo consumo, bancos bajo la sombra de cipreses y pinos que consumen poca agua y menos mantenimiento y una cancha para que los niños jueguen al futbol. Eso es todo.


María José Rodríguez.




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